Hace unos días estaba dando una sesión sobre el programa de coaching del cual soy supervisor y dentro del grupo de asistentes estaba una señora mayor, docente y… paciente de cáncer. Como suele sucederme en estos espacios al trabajar con personas, me emocioné al observar la humildad, vitalidad y estado de ánimo con el que la profesora se encontraba en la sala.
Allí estaba sentada frente a mí, una heroína anónima que según sus propias palabras, andaba en la búsqueda de seguir aprendiendo para crecer personalmente, para seguir dando a otros. Y me quedé con esas palabras. Observando la hermosa elección de la profesora porque el modo de vivir y afrontar la vida, definitivamente es una decisión propia con un inevitable impacto en las relaciones de nuestro entorno.
Nuestro modo de vivir, además de tener la cualidad de poder ser elegido, está constituido por toda la historia personal, de vivencias y aprendizajes que a lo largo del camino –y que comenzaron con la niñez– tuvimos junto a papá y mamá o junto a la ausencia de uno o ambos. El cómo estamos siendo hoy en la vida, tiene que ver directamente con ese modo de vivir aprendido en el tiempo.
Existen muchos, pero hay dos modos de vivir que aprendemos desde muy pequeños y que suelen marcarnos por años. Uno es el que está relacionado con el Dar y otro tiene que ver con el Recibir.
Dar o la persona dadora
Esa que siempre abre su casa para que otros vengan, aquella que siempre se ofrece para preparar una suculenta y abundante comida o ese esposo o esposa que siempre resuelve las situaciones cotidianas de casa. ¿Los has visto?. Si tienes hijos este modo de vivir saltará rápidamente a la vista, porque desde ese espacio emocional estamos siempre dándole a los niños y niñas.
Recibir o la persona tomadora
Es el espacio natural de los hijos que desde el vientre materno están tomando todo lo que necesitan para poder crecer y llegar a la edad adulta. Y justo los padres adoptan el rol complementario de dar. Luego, la persona tomadora siempre está demandando, sea cariño, conocimiento o algo material. Es aquella persona que sólo dedica su energía a recibir algo. ¿Te suena esto conocido?.
Balancear el Dar y Recibir
Como podrás intuir, ambos modos de vivir piden un equilibrio natural en nuestras relaciones. Así, el exceso de dar, te coloca en un espacio en el que se le dice sí a todo, sin límites. Sólo como ejemplo, imagina dar continuamente afecto a esa persona que no te llama o no conversa contigo. En el espacio del tomar o recibir, el exceso te vuelve dependiente de otro. Ese hijo que a sus 42 años todavía vive bajo tu techo y te demanda alimentación y comodidades, al final no es competente para desenvolverse solo por la vida.
¿En cuál de estos modos de vivir sueles estar con frecuencia? ¿En el dar o en el recibir? Observa además cuál tienes por exceso y cuál te hace falta trabajar más, o de cuál careces. La elección es tuya, y seguro cambiará tu vivir hoy, así como la profesora eligió recibir para seguir dando a otros más allá de una enfermedad.
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Digital Marketing Manager en Orienteed. Consultor en Estrategias de Inbound Marketing y Comunicación Digital. Diseñador Web, especializado en Usabilidad y UXp. Coach Ontológico Profesional certificado. Ex Co-Fundador de Mauna Media.